martes, 13 de julio de 2010

El Regalo No Prometido

¿Alguna vez han salido alegres a recorrer la hermosa ciudad en busca de aquello que creen el regalo perfecto para ocasión?

Es increíblemente satisfactorio cuando, aún después de buscar por todos lados y no dar con ello, logras encontrar el preciado objeto. A veces donde menos lo esperabas, a veces a precios ridículos (ya sean altos o bajos), pero el punto es que por fin tienes en tus manos aquello que tanto buscaste y que estás super duper mega seguro dará un poquito de alegría a quien se lo regalarás.

Sin embargo, los Primigenios no siempre están de nuestro lado y la búsqueda, a veces, se torna tortuosa e infructífera y nos vemos atrapados en una enorme vorágine autodestructiva que… Lo siento, me deje llevar.

Lo que quiero decir, es que nos vemos atrapados en una situación similar a la de cierta película de los 90's en donde un padre hace todo lo posible (y una que otra cosa imposible) para conseguir el juguete que su hijo tanto desea para navidad.

Sin embargo, dado el hecho de que en esta situación no hay compromiso previo, el relato que leerán a continuación (si es que lo leen) lleva por título:


La mañana del 12 de julio la pasé planeando lo que sucedería al caer la tarde. Era el cumpleaños de cierta chica y esperaba hacerlo un día especial para ella. Tenía ya listas las rosas de papel que conformarían una parte del regalo (Cortesía de Muñeca Rota), aunque aún había que ponerles los tallos y demás, y me dirigía a comprar la otra parte del mismo.

Bajo la idea de "Vamos, los libros no se acaban" salí a recorrer la ciudad en busca de un ejemplar de Cementerio de Mascotas del famoso escritor de terror Stephen King. Aunque antes de eso tenía un asunto informático que arreglar, pero afortunadamente me resultaba favorable para la zona a la que me dirigía a comprar.

Salí de metro Polanco y fui a la sucursal más cercana de El Palacio de Hierro a buscar en la zona de libros por la sección del maestro King. No esperaba encontrarlo ahí, nunca es tan fácil.

Siendo tal como lo imaginé salí de palacio y me di de topes contra el muro, ya que cerca de metro Polanco se encuentra una sucursal de La Casa del Libro. Regresé, pues al metro para revisar dicha sucursal, con la esperanza de que ahí si lo tuvieran. Pero lamentablemente tampoco estaba en existencia, así que dirigí mis pasos a la plaza de Pabellón Polanco donde podría buscar en una tienda especializada en libros donde, por cierto, aclararon que no manejaban nada del señor King. Afortunadamente, un Sears abría una ventana llena de oportunidades… hasta que me di cuenta que ni siquiera manejaban sección de libros.

Algo desanimado, pero sin intención de rendirme caminé hacia Antara (cabe señalar que en las anteriores ocasiones me había desplazado en transporte público). El sol estaba en uno de esos estados en que la temperatura no es muy alta, pero la luz es molesta.

Gracias a mi falta de atención no me había percatado jamás de que Antara estaba llena de tiendas de ropa para fresas y únicamente eso. Así que perdí cerca de una hora en recorrer la plaza con la esperanza de encontrar un Liverpool o algo así… Nada.

Empezaba a desesperarme y entré al Sanborns que está al lado de Soriana y cómo ya lo imaginarán los lectores, nada. Parecía que King había decidido molestarme y había tramado un malvado plan junto con Cthulhu y Yog-Sothoth.

El sol ya me tenía agotado, sentía la cabeza a punto de explotar, no había comido ni tomado agua en todo el día y empezaba a plantear el abandonar la búsqueda de Cementerio de Mascotas y llevar en su lugar la trilogía de El Señor de los Anillos o el libro de El Castillo Ambulante.

Tras una plática por teléfono me puse en marcha a Bellas Artes viajando en el hermosísimo sistema de transporte colectivo metro de la Ciudad de México, recibiendo empujones, apretones, mentadas de madre y soportando a los vendedores de CD'S piratas que tienen la idea de que todos necesitan escuchar su basofiesca música reggetonera.

Finalmente arribé a la estación de Bellas Artes y me dirigí a la librería El Sótano a buscar el ya citado libro, donde, como de costumbre, la respuesta fue negativa. Continué mi camino preguntando en las librerías cercanas, donde me explicaron que la edición de dicho era ya muy vieja y por lo mismo ya no la distribuían.

Pero soy terco con todas las ganas del mundo y seguí buscando en Gandhi donde, obviamente, la respuesta fue la misma, al igual que en el Fondo de Cultura Económica, donde me senté frente a la sección de Stephen King y reevalué todo el asunto.

Para este momento eran ya las 5:30 de la tarde y supuestamente debía estar entregando los regalos a las 6 y media, además de que aún debía ponerle tallos a las flores de papel, envolver los regalos, escribir la nota de las flores e ir a hacer la entrega.

Tras una serie de llamadas quedó decidido. La trilogía de El Señor de los Anillos o El Castillo Ambulante tomarían el lugar de Cementerio de Mascotas. Así que empezó la nueva búsqueda… y 3 segundos después el cielo comenzó a caerse.

Una de esas lluvias en donde hasta te duele la gota cuando te cae en la cabeza. Me dirigí de nuevo a la librería Gandhi para comprar la trilogía, lamentablemente solo tenían La Comunidad del Anillo y El Retorno del Rey. Los compré, por supuesto y empezaba a temer no encontrar el libro faltante. Afortunadamente las librerías Porrúa no se rajan y en una de ellas logré conseguir Las Dos Torres.

Tras el semi-éxito obtenido me dirigí de nuevo a Polanco a arreglar el asunto informático, en una papelería cercana compré los utensilios faltantes para las flores, pero aún me faltaba el papel para envolver los libros. Volé hasta la papelería más próxima al punto de encuentro con un buen amigo, quien me ayudaría a arreglar las rosas para que estuvieran presentables.

Esperaba, poder comprar en esta otra papelería el papel para regalo, pero Cthulhu tenía bien organizado su plan y para cuando llegué ya estaba cerrada.

No le di importancia de momento, y comenzamos a arreglar las flores, aproximadamente a las 10:30 ya estaban listas. Solo faltaba arreglar los libros, pero a falta de algo mejor, solo fueron forrados con celofán transparente, afortunadamente era una bolsa de dicho material con el tamaño justo para los tres libros.

Entre una y otra cosa el tiempo pasó y a las 11:15 estábamos tocando a su puerta.

Yog-Sothoth llamó a Tlaloc y la lluvia comenzó a caer sobre la escena. Poniendo en peligro las flores de papel.

Una voz sonó al otro lado de la puerta preguntando quién tocaba. (Dada la hora y circunstancia recordé cierto poema escrito por un hombre en Baltimore.) Tras la respuesta, la puerta se abrió, y por fin la dama apareció. El momento esperado desde que despuntó el alba. Ahorraré impresiones y descripciones e iré directamente a los hechos.

Al abrir la puerta y vernos fuera, lo primero que dijo fue: Es que ya me voy a dormir.

Le fueron entregados los regalos, las flores, no leyó la apergaminada nota que las acompañaba, y los libros. Respondió con los acostumbrados "No se hubieran molestado" y "Que pena".

No tardamos en retirarnos, nada de interés sucedió, no hubo acuerdos para salir, no hubo intenciones de hablar.

Si tan solo la hubiera visto sonreír, entonces sabría que todo aquello había valido la pena... Que lastima que no sucedió así



Dark Shadow-Kuro Tsuki

El Misterio de Las Nuve Flores


Se reunieron en el campo nueve flores

bajo el sol estivál exhibiendo sus colores.

Siempre en grupos de tres, tres y tres.

¿Cuál es el misterio de las nueve flores?

El misterio es que contigo son diez.

Dedicado a la señorita Sandra

Dark Shadow-Kuro Tsuki