lunes, 31 de octubre de 2011

Forgoten Dolls. Capítulo1: Imperfecta

“Un bracito ya se le rompió,
su carita está llena de hollin.
Y al sentirse olvidada lloró
lagrimitas de aserrín”
(Francisco Gabilondo Soler – La Muñeca Fea)

Había llegado a la vida en una lúgubre bodega apenas iluminada por la ambarina y decadente luz de una vieja bombilla sucia.

Su despertar a la conciencia fue como una gran bocanada de aire. Como debe ser el primer aliento de un ser que tiene pulmones.

Sus ojos hechos de cristal percibieron por vez primera la refracción de la luz en los cuerpos, permitiéndole ver al hombre que la había traído a la existencia. Un humano viejo y cansado. De cabello argénteo y manos artríticas. Vestido con un elegante traje de tweed, su vista auxiliada por un par de lentes enormes y estrellados.

Su voz era suave cómo la música de Bach, lenta cómo el progreso social y grave cómo un paro cardiaco. Ella la escuchó por primera vez cuando el viejo – después de terminar de detallar su rostro- sonrió, colocó la punta de su herramienta en la frente recién acabada y le otorgó un nombre.

-Cuando estés terminada, hija mía, serás la Doncella de las Alas Negras, regidora de los oscuros bosques de las tierras de Gienah-Gurab. Cantarás a la luna llena montada en el lomo del Rey Lobo y reinarás sobre el banal corazón de los humanos. Tu nombre, querida mía, será “Landeythan”

A partir de entonces El Amo –cómo lo llamaban las muñecas- platicaba frecuentemente con ella. Le contaba el procedimiento y los pasos que debía seguir mientras trabajaba en su cuerpo. Le relataba lo que sucedía en el exterior del taller, le hablaba sobre sus hermanas; infinidad de muñecas que habían sido creadas antes que ella y que se encontraban por todo lo largo y ancho del mundo. Le contaba sobre la noche estrellada, las fases de la luna y los infinitos bosques nevados en donde los arboles eran tan altos que resultaba imposible ver sus copas y se inclinaban por sobre los viajeros cómo si vigilaran sus movimientos y esperaran el momento justo; donde entre las sombras de la noche asechaban horrores inenarrables. Los bosques sobre los que ella debería de gobernar.

Sin embargo, Landeythan jamás respondía. No sabía cómo era que tenía conocimiento de ello, pero hablarle al Amo estaba terminantemente prohibido.

Ella podía sentir fácilmente el calor y el inmenso amor que el viejo tenía por su propia creación. Mas grande que el mayor de los amores conocidos. Y de igual forma ella había generado los mismos sentimientos hacia su creador, acompañados de una profunda admiración generada en los infinitos conocimientos que el anciano poseía.

Todos los días aquella hermosa pieza de arte esperaba de pie sobre el escritorio de madera el momento en que la puerta del sótano se abriera y escuchara el golpeteo periódico del bastón contra los escalones, lo cual indicaba de forma inequívoca que en pocos segundos la mortecina luz de la polvorienta bombilla disiparía las tinieblas del lugar (que no la oscuridad, pues ésta existía en el interior de su esencia) y El Amo, al fin, la tomaría de nuevo entre sus manos y le daría forma a su cuerpo y al mismo tiempo a su alma.

Al final del día el hombre procedía a limpiar el lugar donde descansaría su obra mientras él se ausentaba. La limpiaba también a ella de todo rastro de trabajo, de modo que aún sin estar terminada su apariencia fuera perfecta.

-Por hoy será todo, hija mía- Le decía el anciano antes de contarle un poco sobre el trabajo del día siguiente. Procedía a apagar la luz y subir lentamente las escaleras. Al llegar a la puerta giraba sobre si y se despedía de ella de manera elegante.

Pasaron varios días y Landeythan estaba cada vez más cerca de ser perfecta, pero la debilidad del anciano iba en constante aumento. Sus movimientos eran más lentos e incluso algo torpes. En cada sesión de trabajo él debía retirarse antes de lo que le hubiera gustado.

Una noche, tras colocar una de las magníficas alas de plumas negras hizo una importante promesa a su creación

-Por hoy será todo, hija mía. Mañana trabajaremos con tu segunda ala y puliremos los últimos detalles. Será el día en que finalmente alcances la verdadera perfección, y te prometo que serás la más maravillosa de todas mis creaciones, pasadas y futuras.

Colocó a la muñeca en la misma posición de siempre. Su larga cabellera y sus ojos oscuros como el abismo. Su cuerpo blanco cómo mármol sepulcral y su única ala extendida hacia su derecha. El Amo la había ataviado con un bello vestido victoriano y una tiara de fina plata.

Apagó la luz del taller y subió las escaleras. Dio media vuelta y habló una última vez a su obra.
-Que descanséis bien, Bella Princesa de los Bosques, Reina del temor. Le veré mañana y por fin alcanzaremos la perfección.

Tras algunas horas se abrió paso a través de los muros el himno de las aves cantoras que anunciaba el despuntar del alba, fue reemplazado por un medio día en calma y le sucedió la serenata interpretada por las cigarras al ponerse el sol.

El anciano jamás regresó. Había sido encontrado en su recamara, sentado en una silla y sosteniendo entre sus manos una bellísima muñeca vestida en finas telas y con una tiara de cristal sobre su cráneo destrozado. Las mejillas del viejo humedecidas y su corazón detenido en un espasmo eterno.
Landeythan permaneció de pie esperando, en el sitio donde El Amo la dejó, durante mucho tiempo. Los insectos y los ratones comenzaron a herir su cuerpo, al punto en que su brazo izquierdo se convirtió en un montón de polvo sobre el suelo. Y tras la decepción de la eterna espera su corazón se partió en pedazos.

Ahora ella solo espera. Espera por la eternidad a que el noble Padre Tiempo acabe con su dolor y ponga fin a su imperfecta existencia.

Dark Shadow-Kuro Tsuki

domingo, 16 de octubre de 2011

Escrito por un amigo

El siguiente texto fué escrito por un amigo en uno de sus momentos de inspiración. Cómo bien saben, la mayor musa del hombre es siempre una bella mujer.


Hace poco, vi tu nombre en papel, debo admitir que me exalte de inmediato. He escuchado mucho de ti y en algunas ocasiones te he visto; el solo pensar que puedes hablarme hace que mis sentimientos despeguen de una forma abrupta en mi mente y recorran todo mi ser.
Tal vez solo es el desconcierto de mi personalidad ante algo lo cual no puedo manejar (o creo que no puedo).Mas de un momento lo dedico a pensar si alguna vez te llegare a conocer, ya que últimamente solo leo y escucho tu nombre, una sonrisa o un saludo bastaría para calmar esta sensación que recorre mi espíritu.
Dejame dormir, descansar y pensar, ya que espero poderte verte al día siguiente de otra forma es bien aceptado tan solo hojear un poco para saber que te encuentras ahí... mi querida musa.